Jamie Cullum: de Pizza Express a Nueva Orleans

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Ya lo decía Tólstoi en “Sonata Kreutzer”:  la música es terrible. “La música provoca en mí el estado de ánimo que tenía el compositor al escribirla. Mi alma se confunde con la suya, y nuestro estado de ánimo se transforma”. Sí, la música es terrible. Cuando escuchamos a un músico, no sé vosotros, pero yo espero la catarsis. Si la música fuese sólo dedos ágiles, pasajes imposibles, tempo presto y compases repletos de fusas y semifusas … no sería música. Sería una línea recta. Un espectáculo vacío. Yo quiero recrearme en los crescendos, decrescendos, verme sorprendida por una cadencia engañosa,empaparme del “no-sé-qué” que te desborda , que se escapa de la comprensión y perderme en la línea curva de la música. Así que de Jamie Cullum no esperéis una técnica incomparable. Tampoco pongáis grandes esperanzas en escuchar y ver lo nunca visto. Esperad la catarsis.
Esta pasión incuestionable ha sido la que ha llevado a Cullum de la Pizza Express en el Soho a Nueva Orleans. A sus veintitrés años tocaba cada mediodía en esta pizzería de Londres hasta que Verve (un conocido sello de jazz que pertenece a Universal) le ofreció un contrato de un millón de libras. Sí, sin duda el talento del pianista inglés había cautivado a más de uno.
El joven Cullum empezó a codearse con la música de Cole Porter, Oscar Peterson, Miles Davis o Ray Charles siendo adolescente. Seducido también por las historias de Kerouac y Hemingway, el jazz acabó marcando inevitablemente el pulso de sus días. Años más tarde empezó a tocar en el circuito de jazz de Wiltshire, su pueblo natal, y rodeado de  músicos de sesenta y setenta años debutaba en los escenarios.Ya como estudiante de Cine y Literatura Inglesa en la Universidad de Reading, grabó su primer disco “Hear It All Before” y más tarde el sorprendente “Pointless Nostalgic”. Un álbum perturbador. Es la embriaguez única del jazz.
El peligroso mundo de las versiones (y las perversiones)
Como buen amante del jazz, no es de extrañar entonces que en sus trabajos encontremos estándares de jazz y originales versiones. No obstante, es sabido que el mundo de las versiones es peligroso. Es muy fácil destrozar (literalmente) una “obra de arte” y más que hacer una versión, se puede cometer una perversión. Por suerte Jamie Cullum escoge e interpreta con un gusto exquisito “Too Close For Comfort” de Sammy Davis,  “Just one of those things” de Cole Porter, “It Ain’t Necessarily So ” de Gerswhin o “Well, You Needn’t” de Monk.  Y es entonces cuando se produce el escalofrío. Reconocemos cada tema, pero en las manos del otro. Llevan una hermosa máscara que ha cambiado, pero como siempre es la única, que diría Borges.
La sensibilidad del joven pianista inglés no tiene límites por esto se ha atrevido también a adentrarse en el terreno del rock and roll.  Ni corto ni perezoso ha versionado “Wind Cries Mary” de Jimi Hendrix o “High and Dry” de Radiohead. Y pese a todo, su estilo sigue siendo inconfudible y vuelve para engañarnos, para embaucarnos. Ahora, sin darnos cuenta, estamos escuchando compulsivamente sus escalas sin alfa ni omega y  moviéndonos al ritmo de su intuitivo sentido del tempo.

En directo
Allá por 2010 Jamie Cullum se presentaba en sociedad de etiqueta y del brazo de la Orquesta de la BBC. Interpretó cada tema con la pasión encarnizada propia de la juventud.  Desató la ira de la sección de viento metal de la orquesta y se rodeó de grandes músicos de Nueva Orleans con los que se entendía a la perfección. Estaba claro: no podía faltar una banda de jazz como es debido y, para nuestra sorpresa, hasta le acompañaba un invitado especial: el guitarrista Martin Taylor.
Afortunadamente, el pasado noviembre en la Sala Riviera (Madrid) Cullum ofrecía un concierto con un “setlist” similar a éste. Sólo la música en blanco y negro del joven de Wiltshire crea el ambiente propicio para rescatar temas de Cole Porter, Ray Charles o Sammy Davis. Además interpretó “Blackbird” de los Beatles, pero lleno de impulsos y de movimiento que nos llega como una catarata de pasiones y que junto a sus improvisaciones nos empujan al sin sentido de la música.
Aprovechó la ocasión para presentar su último disco, “Momentum”, más optimista y  con matices pop aunque sin dejar de resonar el eco del jazz. Además escuchamos la banda sonora de la película “Gran Torino” o inesperadas versiones de “Get Lucky” de Daft Punk. Remata la noche con “These are the days” y “Mixtape” así que no nos ha defraudado . Porque de Jamie Cullum esperábamos la catarsis y porque ha demostrado además ser un pianista capaz de dominar el oleaje indómito de la música. Así el joven británico ha dado pruebas de su inmortalidad y es que, como José Hierro dijo una vez,  aquel que ha podido sentir en sus manos esta alegría, un intérprete que ha sido capaz de dominar el estado catártico de la música, no podrá morir nunca.

Cristina Parapar

 

 

Fotografías de Cristina Parapar

“A Letter to Home”: el último disco de Neil Young

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Si, una buena noticia.- Una de tantas a las que Neil nos tiene acostumbrados con sus ocurrencias.- Casi estaba cantado que Neil y Jack White podrían acabar colaborando (tal como sucedió hace 3 años con Daniel Lanois, en “Le Noise”, y tal como puedo haber sucedido con Bert Jansch si no hubiese palmado).-
Un buen disco, “A LETTER HOME”, hecho con cariño y buen gusto.Voy a a hacer la presente crítica a la antigua usanza, cuando se iba comentando tema a tema, y con cierto detenimiento.La Intro, dado que no es una cover version me la saltaré, pues es lo que es, una simple introducción.
Empezamos con Phil Ochs (eterno rival de Bob Dylan, suicidado mientras el Judío Nazi giraba, en 1976, con la Rolling Thunder Revue).El tema “Changes” es una prueba fehaciente del buen hacer del Señor Ochs.Neil se lo “curra” con cariño y respeto.Un buen inicio.
No podía faltar Mr. Dylan.Neil lo adora, sin disimulos, y “Girl From The North Country” era como una asignatura pendiente, la hizo casi todo dios, incluido el eterno amigo/enemigo, Stephen Stills.Neil pone empeño y sale victorioso.
“Needle of Death”, del ya nombrado en la intro, Bert Jansch. Es un tema primigenio del Pentangle, año 1965, con todo su trasfondo drogota, siete años después, Neil grabó “The Needle & The Demage Done” que es mas de lo mismo, pero con menos inocencia. Se nota que Neil escuchó mucho este tema, de hecho, antes de fallecer Bert Jansch, hicieron una gira acústica conjunta por todos los USA, y este tema era interpretado, todas las noches por el bueno de Bert J. Un lujo de versión.
Ahora le toca a un compatriota, Gordon Lightfoot, y su “Early Morning Rain” (su mayor éxito en la historia, con versión de, hasta el mismísimo, Bob Dylan, en “Selfportrait”). Neil la tunea y la hace suya.  No es el único tema del Señor Lightfoot que interpreta, más adelante incluye “If I could only Read My Mind”,  otra buena versión y otro guiño a su Canada natal (por qué no, una versión e Miss Joni Mitchell, o Leonard Cohen, o incluso The Band? – Daría algo por una versión de “The Weight” interpretada por Neil).
Llega otra vaca sagrada, Willie Nelson, y también por partida doble.Hasta que estuve por primera vez en los USA no logré entender por que Mr. Nelson era tan importante; aquí tenemos una visión parcial de su pericia – colaboró con Julio Iglesias, y eso, en nuestro país, levanta ampollas.- Ya se controlaban tiempo atrás (por los conciertos de Farm Aid, y su colaboración en el álbum “Old Ways” de Neil.Son buenos amigos, y se nota la mutua admiración.- Los dos temas que interpreta, “Crazy” y “On The Road Again”, son dos clásicos de la discografía del de las Trenzas, y los ejecuta con cariño.

Otra de un Junkie de Lujo, Tim Hardin. “Reason To Belive” era casi obligatoria por parte de Neil. Aunque, afortunadamente, nunca cayó en la telaraña de la Heroína, Neil tuvo fuertes vinculaciones musicales con potentes junkies (Bruce Berry, Danny Whitten, etc). Hace una versión bonita de verdad, con respeto y sentimiento. Me puso un poco triste a la primera escucha, pero ese sentimiento forma parte del adn de la canción (Tim Hardin era muy bueno con la melancolía).
Una de la prehistoria musical americana, “SinceI Met You Babe”, un tema de Ivory Joe Hunter.- Es el tema mas antiguo de todo el disco, año 1956.- Este músico, precursor del Rhythm´n´Blues americano, abrió muchísimas puertas con su forma de componer y de tocar el piano.- Neil habrá escuchado este tema, que fue un hit en su momento, en su infancia.- Hay ternura en la interpretación y parece que le trae buenos recuerdos.
Ahora llega un peso pesado, el gran Bruce Springsteen, es versioneado en “My Hometown”, quizá el tema mas interesante de “Born in The U.S.A.). Este disco siempre me ha dejado  el cuerpo raro.Demasiado bien producido, utilizado políticamente por un Presidente Fascistoide, y primer distanciamiento del Boss de la gente sencilla. Neil la hace muy bien, y la siente como si fuese propia (me recuerda el sentimiento de “Helpless” cuando habla de Notario con nostalgia y emoción).
La guinda final, The Everly Brothers, con su tema “I Wonder if I care as much”. Super currado, y demostrando cómo se cierra con elegancia un vinilo, yo, lo estoy escuchando en versión vinílica, por considerarlo mi particular prueba del algodón.
¿Qué pienso del disco? Pues que muy bien, de verdad. Puestos a pedir, me hubiese encantado (tal como nombre antes a la Mitchell, o L. Cohen o The Band), alguna versión de Paul Simon (“Bridge Over Troubled Water”), o The Byrds (“Ballad of Easy Rider”) o, incluso, The Velvet Underground (“Sunday Morning”, por ejemplo). No se puede tener todo, y este disco es un gran detalle por parte del tándem NeilYoung – Jack White (bastante mejor, que el reciente álbum cover con Crazy Horse, Americana, en mi humilde opinión).- Espero que lo disfrutéis y saquéis las pertinentes conclusiones. Salud, para vosotros, y  para el gran Neil Young.

PEDRO ESPERÓN

Momentos estelares en temporada alta

Pues sí, ya llovió lo suyo y eso que fue un día soleado y muy agradable. Recuerdo la marabunta pateando la Castellana y el colapso que supuso para el madrileño de a pie. Yo llegaba desde La Coruña cuando aún era un viaje casi, astral ¿Ilusión? Toda  Era el “Año de Bono Vox y sus Colegas”. De hecho “Joshua Tree” se vendía como churros, todo el mundo se había quedado pillado con la magnifica producción de Eno & Lanois.
Temprano, muy temprano… Apareció un regalo no esperado. Antes de los dos teloneros  de lujo que aparecían en los carteles se añadió una supuesta reencarnación de The Clash: Big Audio Dynamite. Sí, la banda bailona de Mick Jones que para esta ocasión llevaba de bajista a Paul Simonon. Así que sin contar con ello, y sin coste adicional, nos habían regalado el 50 por ciento de The Clash.
Creo que fue el primer “concierto brutal de Estadio” en España (se dice que llegamos a ser 120.000). Rebosando personas por todos lados. Quizá la mayor experiencia de Macro Estadios habían sido hasta entonces los Stones, cuatro años antes en el Vicente Calderón, pero esta vez duplicábamos aforo. El día  y la noche fueron perfectos (a nivel musical & a nivel vibraciones).- Me coloqué (sic) en el centro del campo de futbol, a quince metros del escenario. El sonido fue in crescendo.
Después de los Big Audio Dynamite llegaron los primeros teloneros de lujo:  UB-4O y con un gran álbum bajo el brazo, “Rat in my Kitche”,  que funcionaba muy bien en las listas y en las pistas. Reggae vacilón para un día soleado. Nos ganaron de partida, en cuestión de minutos ya estábamos enganchados. En la zona donde me encontraba  empezó a oler a eucalipto (en plan incendio forestal). Todo el mundo sonreía, los UBs también que se lo estaban pasando “pipa”. El repertorio  fue divertido  y durante una hora  que se nos paso en un “santiamén”. Mientras…  seguía oliendo a incendio forestal.
Capitulo dos o “que pasen los siguientes” Pretenders. Bien no, muy bien.-Chrissie H & Colegas también venían con un álbum calentito “Get Close” que también había funcionado fantásticamente en listas y pista)  Hubo algún que otro  guiño al pasado como” Don´t let me down”  de Beatles y al final vuelven a salir los UB´s. Todos juntos cantan “I got you babe” (temazo de los 60s de Sonny & Cher).
Seguimos sonriendo cada vez más y los incendios forestales continúan por todo el Estadio.Hay unrato de espera. Los irlandeses se están preparando.  Tremendo escenario,  talla XXL, con unas torretas de sonido que “tiraban para atrás”.Por fin aparecen. Bono, más mesiánico que nunca y es que en aquellos momentos no caía tan mal como ahora; parecía un tipo “súper mega guay”, con muy buen roll). Ya es de noche y  el sonido… apabullante. La guitarra de The Edge es extraordinaria y la sección rítmica no se queda atrás  Al final , Bono lo hace.Si no coge la banderita blanca y trepa por el entramado hasta la cima del escenario le da algo. Grimosa escena de “Paz y Amor, para todas y para todos”. Un rollito un poco trasnochado, pero que en aquel momento, con tanto incendio y tanto incienso, nos hizo sentir “fantásticamente bien”.
Fin de fiesta. Todo el mundo satisfecho  y volvemos a invadir , los 120.000, la Castellana con cansancio y felicidad. Tengo una secuencia en la mente y en el alma de mirar hacía atrás y ver a la marabunta después de la batalla caminando a cámara lenta (escena de película de Win Wenders o alguien así). Ya no hay grandes incendios forestales, pero aún quedan algunas fogatas. Fin de fiesta, tal como dije: la imagen del punto álgido de los 80s.
bono

(Entrada original)

 

Pedro Esperón

The National y “el caballero de la triste figura”

“Trouble will find me” es un disco propio del intelectualismo de The National, inspirado en la oscuridad de Nick Cave, el aroma del whisky de Tom Waits y la nostalgia por lo inalcanzable de Leonard Cohen.
“Don’t Swallow the Cap”  es el tema que escoge el grupo de Cincinnati para iniciar el concierto del pasado 20 de noviembre en el Palacio Vistalegre (Madrid). Matt Berninger vestido siempre de negro,  reflejo de un día de lluvia, sube al escenario. Los focos, intensos cañones de luz, disparan contra su figura doblegada que se plasma en los laterales del recinto. Desgarbada, iracunda , derrotada.
Le sigue “I Should Live in Salt”   para aterrizar, finalmente, en territorio peligroso: “Mistaken for Strangers”. Las notas van dando tumbos, chocándose contra extraños. Perdidas. Víctimas de la espiral del mundo. Los versos son casi aspirados y se ven envueltos en un halo de pesimismo que proyecta la voz de barítono y  subraya la fuerte presencia del bajo. La decadente melodía se ve liberada por el viento metal. Dos trombones emergen de la nada, avivan la esperanza y con un ligero crescendo nos devuelven al presente.

Continúan con otro de los clásicos, es el turno para “ Bloodbuzz Ohio”. La introducción recuerda al momento en el que una gran orquesta se dispone a afinar. Cada instrumento escucha el anterior y es entonces cuando percusión, trompeta, trombón, piano, guitarra y bajo crean un precioso colchón armónico donde cae la voz abatida de Matt Berninger. Se retuerce, se dobla sobre sí mismo. Víctima de la lucidez.
¡Qué difícil es hablar de música! Tan difícil como bailar con palabras. Pero qué fácil es entender la música cuando habla.  Así la obra de Berninger y los suyos se encuentra expuesta al mundo. Es un paralelismo entre la lucha del individuo contra el todo, por esto las melodías son aparentemente “contenidas” y esta sensación o criterio sí que es complicado dibujarlo con  letras. El tipo de música de The National, que podríamos llamar “contenida”, entendida como la represión de un impulso, es disfrutar más de las notas que no escuchamos que de aquellas que percibimos distintamente. En pocas palabras: disfrutar de lo ímplicito. Sucumbir a la sensación desgarradora de una melodía que se presenta abocetada y que el acompañamiento arropa. Desnuda , venturosa en lo adverso.
 “I Need My Girl”  es un ejemplo de esta “música contenida” de la que veníamos hablando y la obra maestra de su último álbum. Un tema que posee todas las virtudes: la templanza de la batería , la elegancia del punteo de la guitarra y las discretas dinámicas que expresan la nostalgia que siente el vocalista por su pareja que está lejos. Nostalgia que la música exterioriza con suaves crescendos y decrescendos . Se expresa de forma cohibida,  comedida y encierrra, a la vez, un todo inabarcable. Es como encerrar a un hombre en una prisión invisible. Tarde o temprano se deshará de sus grilletes. La música contenida es la expresión de lo inefable en música. Y esto es la magia que le pertence y la hace única.
Siguiendo con las virtudes, otra de las que puede presumir The National es que son los enemigos de lo evidente. Los de Cincinnati rompen con lo establecido y de esta manera componen “This Is The Last Time”  que es, cuando menos, desconcertante . Se trata de dejarse seducir por este embrujo, el embrujo de lo inefable.Exhaustos, siguen escribiendo el relato de lo imaginable con “All the Wine”, “Abel” o
“Slow Show” hasta llegar a “Sorrow” que demuestra que The National no es un grupo misterioso, como muchos dicen.  Esta “pena” es una prueba de ello. No son misteriosos, al contrario, son de lo más explícitos: son pesimistas. A veces sus melodías disonantes y sincopadas parecen desafiar a la armonía y al tempo ¿La causa? Quieren hacer suyo algo que no les pertence, aferrarse al por qué de las cosas.  Así para Matt Berminger la vida es escapar dentro de una espiral. Los temas que cierran el concierto “Fake Empire” ,“Terrible love” y “Pink Rabbit” describen esta espiral llamada mundo. Tiranizadas y esclavas del aparente sinsentido se preguntan :  ¿hacia dónde hay que correr? Construyen  un precioso pedestal donde se apoya la esfinge de la angustia y el miedo, la sombra de Matt Berninger:  “el caballero de la triste figura”.

Cristina Parapar